jueves, 10 de septiembre de 2015

La Prestige, mutante gallega


La mayoría de las motos se quedan tal y como salieron del concesionario, con algunos raspones de más o alteradas con kits sacados de alguna cadena de montaje, pero en general mantienen su apariencia original intacta.  Otras pocas tienden a evolucionar y mutarse, desarrollando una personalidad propia que las hace únicas e inimitables. Genuinas  hembras alfa que van marcando territorio allá donde van. La Prestige, en sus orígenes una Guzzi T3 del 76, es una de ellas, y el responsable de su continua transformación, empezó en 2010, es el gallego Fredi.

La lista de las transformaciones es larga y ecléctica. Suspensiones Koni y horquillas de Le Mans, el carenado es de una Montesa de los 60, el tanque de una Sanglas, el colín es de Norvil ... y el motor subido a 1000 cc para que sus continuos y largos rulos, luce chapa adquirida en la Isla de Man, le sean más llevaderos. Y el nombre la define a la perfección:  se la puso el  colega Damoru, y es que la Prestige navega por las costas gallegas, pierde chapapote, le sobra óxido, nunca llega a buen puerto y su capitán es un condenado que ha perdido el juicio. Si queréis comprobar hasta que punto Fredi perdió el juicio con su Guzzi repasad toda la secuencia de la mutación en experimentos con la T3






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